Creo que a través de un tipo de confrontación increíblemente extraña, la gente empieza a entenderme.
El nacionalismo es siempre fuente de crispación, de confrontación y de violencia, y eso no excluye al nacionalismo que juega a la democracia al mismo tiempo que a la exclusión. Es, sigue siendo, el gran desafío.
Los prejuicios son mallas de hierro o de oropel. No tenemos el prejuicio republicano, ni el monárquico, no tenemos el prejuicio católico, socialista o antisocialista. Somos cuestionadores, activistas, realizadores. (Entrevista al Giornale d'Italia después de la fundación del Fascio de combate de Milán).
Como el cazador que habla de los interesantes hechos del chacal y el jabalí, el pescador se exalta contando las finezas de la carpa y las astucias de la trucha, respetándolos casi como adversario, los combate con hábil juego y se irrita contra los indignos sujetos que destruyen la raza.
Ya lo dije, él me ama. Fui a la inauguración de su programa, a ayudarlo en un evento para reunir dinero. Me gusta, creo que él me ama. En cuanto a quién era mejor, yo todavía creo que tiene que aprender a cabecear bien y a pegarle con la pierna derecha
No asistí al evento por una sencilla razón: Me parecía deshonesto visitar un país que actualmente está bombardeando Irak
Vanidad de creer que comprendemos las obras del tiempo: él entierra sus muertos y guarda las llaves. Sólo en sueños, en la poesía, en el juego -encender una vela, andar con ella por el corredor- nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos
Hacer una película es un acto intelectual porque implica hacer muchas cosas y tomar decisiones. Es también un hecho artístico porque el gusto nos dicta esas cosas y esas decisiones. Es igualmente un acto emocional porque entra en juego nuestra sensibilidad y nuestra intuición.
El éxito que tuve en el match contra Capablanca se debe, ante todo, a mi superioridad psicológica. Capablanca jugaba confiando casi exclusivamente en su extraordinario talento intuitivo. En general, hay que conocer bien al adversario antes de empezar a jugar. Así, la partida se convierte en el medidor del individualismo y del amor propio, que juega un papel enorme en el resultado del juego
Cuando Botvínnik jugó contra Tal, no hubo color en el primer match y eso fue absolutamente normal. Lo anormal fue su posterior derrota.