Nuestros padres juzgaban los libros a través de su gusto y de su razón. Nosotros los juzgamos a través de las emociones que nos causan. ¿Este libro puede perjudicar o puede servir? ¿Es apropiado para perfeccionar o para corromper el espíritu? ¿Hará el bien o hará el mal? Las grandes preguntas que nuestros antecesores se planteaban. Nosotros preguntamos: ¿Causará placer este libro?
La deuda es la enfermedad fatal de las repúblicas, la primera cosa y la más poderosa para minar gobiernos y para corromper a la gente.
A los niños nadie les enseña algunas cosas indispensables, como arreglar una llave que gotea, sobornar a un funcionario o cortarle el pelo al perro.
Vamos aclarando el panorama, que hay pingüinos en la cama, por el hielo que provocas, si hace más de un mes que no me tocas, ni te dejas sobornar por este beso escurridizo, que busca el cielo y encuentra el piso