Si no hubiera marineros y fogoneros, el barco no se movería. Si los obreros no trabajan, no entra ni un céntimo en el bolsillo de los ricos. El barco del que hablaba antes ha sido comprado y preparado con el dinero obtenido exprimiendo la sangre a otros trabajadores. Es el dinero que nos han robado a nosotros. Los ricos y nosotros somos como padres e hijos.
Para la siembra, simplemente esparzo a voleo centeno o cebada por estos campos durante el otoño, mientras el arroz todavía está en pie. Unas semanas más tarde cosecho el arroz y esparzo su paja sobre los campos. Es lo mismo para la siembra del arroz.
El sufrimiento de inocentes y pacíficos no deja de abofetearnos; el desprecio a los derechos de las personas y de los pueblos más frágiles no nos son tan lejanos; el imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la corrupción, la trata de personas, incluso de niños, junto con la miseria material y moral son moneda corriente.
He de confesarte que, desde mis días de estudiante, no he sentido ninguna simpatía por los hombres de negocios. No hacen nada si no hay dinero de por medio. A mi entender, son lo que se solía llamar antiguamente, en los buenos tiempos, la escoria de la sociedad.