Por las venas de Cuba no corre sangre, sino fuego: melodioso fuego que derrite texturas y obstáculos, que impide la mesura y, muchas veces, la reflexión. Pero así somos, y ése es nuestro mayor encanto y defecto: estamos hechos de música.
Es admirable el orden, en un mundo constantemente amenazado por el desorden, en un mundo donde las criaturas vivientes sólo pueden seguir viviendo si sacan ventajas de cualquier orden que exista a su alrededor y lo incorporan a su ser. En un mundo como el nuestro, todo ser vivo que logra la sensibilidad responde con un sentimiento armonioso siempre que encuentre un orden congruente.
... la grandeza consiste ni más ni menos en el funcionamiento armonioso de las facultades de la cabeza y del corazón...
¿De dónde vienes de mirar tus ojos padre? ¿Algún cajón, cazar de los palomos? ¿Algún bruñir del día en que alumbraste, desde el centro más sonoro de tu sangre la mía propia padre?
Hay gente en ocasiones que deseas que fuera un libro, para así poder cerrarla con un sonoro y seco golpe de la mano, sin marcar la página, y devolverla luego para siempre al lugar en que por derecho corresponde: los mustios anaqueles de una rancia biblioteca.
El hombre sin espíritu musical y que no se conmueve con la armonía de dulces sonidos, es capaz de todas las traiciones, insidias y latrocinios.
Todo el mundo estaba muy sorprendido cuando me empezaron a gustar nuevas cosas y empezé a cambiar mi imagen. Tenía 16 años cuando firmé el contrato y tengo 22 años ahora. Mi gusto musical y la imagen van a cambiar de forma natural. No estoy obligada, hago lo que es natural para mí. A veces me gusta ser oscura... otras veces me gusta ser muy brilllante como dama