El libro realiza una multitud de tareas, algunas soberbias, otra deprorables; distribuye conocimientos y miserias, ilumina y engaña, libera y manipula, enaltece y rebaja, crea o cancela operaciones de la vida. Sin él, evidentemente, ninguna cultura sería posible.
Dejando la verja montañosa, encontré ha Japón. Canciones en los recogedores de hoja de té.
En tales casos, la cultura de las comunicaciones no tiene rival como modelo de valores, y la televisión, la pantalla de cine o el disco compacto moldean principalmente el sentido del bien y del mal del niño, así como sus preferencias en la vida.
Como latas de cerveza vacías y colillas de cigarrillos apagados, han sido mis días. Como figuras que pasan por una pantalla de televisión y desaparecen, así ha pasado mi vida