Me asombro a mí mismo por la increíble manera en la que utilizo mi talento para ganar. Los que me seguían cuando era más joven sabían que tenía potencial, pero no creo que nadie pensara que llegaría a dominar así el juego
A determinada edad uno se sorprende de muy pocas cosas, pues aun sin quererlo uno se ha vuelto filósofo y eso de conservar la capacidad de asombro ha quedado únicamente como ideal.
¿Qué piensan hacer los que gobiernan?¿Piensan seguir arrojando gente hacia el hambre?¿No tienen miedo que los hambreados les asalten los countries o barrios cerrados? ¿O que algún desesperado salga un día a cobrarles la cuenta de tanta humillación y miseria? Y los desesperados no son pocos. No se puede vivir en un palacio rodeado de hambrientos. En algún momento, te devoran
No soy polémica, simplemente no le tengo miedo a los temas que si lo son
La muerte como final de tiempo que se vive sólo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado a vivir.
Aprendí a estar siempre agradecido a la gente; hoy lo estoy a quienes pierden conmigo su tiempo y su dinero...Se lo debo todo; a mí me produce pavor la sensación de defraudar a quienes confían en mi obra.
Un día de estos te doy un susto y te pido, seria y formalmente, que te cases conmigo. Ay, mi vida, un día el susto te lo doy yo a ti, y si me preguntas, te respondo que sí.
De qué susto están hechos mis latidos en los momentos en que se escucha un gallo misterioso y el cielo es un azul de lactancia que conmueve.
El temor es un educador de gran sagacidad y el heraldo de todas las revoluciones
Me sentí libre del temor de que alguien pudiera testificar contra mí, porque todos los que tuvieron algo que ver conmigo habían sido ahorcados o deportados. Se me conocía por el nombre de Moll Flanders y aunque hubiera tenido la desgracia de ser detenida diría que me llamaba de otro modo y no podrían achacarme mis antiguos delitos.
Quien pronuncie el veredicto no será un juez divino, puro y misericordioso, ni un sabio tribunal supremo que mire por el bien del Estado y la sociedad, ni un hombre santo y justo, sino un ser miserable destruido por el poder del Estado totalitario. Quien pronuncie el veredicto será un hombre que a su vez ha caído, se ha inclinado, ha tenido miedo y se ha sometido.
Llevadme, por piedad, a donde el vértigo con la razón me arranque la memoria. ¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme con mi dolor a solas!
Aprendí a estar siempre agradecido a la gente; hoy lo estoy a quienes pierden conmigo su tiempo y su dinero...Se lo debo todo; a mí me produce pavor la sensación de defraudar a quienes confían en mi obra.
Estrechez de espíritu: en realidad no admito nada del otro, no comprendo nada. Todo lo que, del otro, no me concierne, me parece extraño, hostil; experimento entonces respecto de él una mezcla de pavor y de severidad: temo y repruebo al ser amado, desde el momento en que ya no pega con su imagen. Soy solamente liberal: un dogmático doliente, en cierta manera.
Una cosa segura: ya no podremos volver allí. Lo pasado está aún demasiado reciente. Todo lo que hemos procurado olvidar se removería de nuevo, y aquella sensación de miedo, de inquietud furtiva, que había llegado a convertirse en pánico ciego e insensato a Dios gracias ya acabado, podría, por cualquier circunstancia ignorada, volver a la vida para perseguirnos como antes.
Yo no quiero morir en tierra: me da un pánico terrible. A mí, que me encanta volar en avión y ver pasar las nubes, me gustaría que un día el aparato en el que viajo se perdiera y no volviera. Y que me hicieran un epitafio los ángeles. O el viento
Los celos iracundos de algunas hembras significan, antes que el temor de perder un amante, el recelo de que se cierre un bolsillo
Recuerden... Que los verdaderos derechos se deben conquistar, que es necesario vencer los conservadores, rutinarios retrógrados, los temerosos de lo nuevo, los amantes del pasado, que es necesario vencer el temor de los políticos que ven con recelo esa incógnita que encierra el voto femenino (y tal vez sea éste el mayor obstáculo).
El pavor que me causaba su solo contacto y me helaba la sangre en los primeros días, se esfumó. Empezaba ya a sentir vagos deseos...Un débil despertar se iniciaba, y sentía un hormigueo que subía por mis venas y recorría todo mi cuerpo, estremeciéndome y haciéndome enrojecer cuando ella me acariciaba, acunándome entre sus brazos, o cuando me declaraba, apasionadamente, su amor.
Amor, tu alma canta dolor de carne, dolor de vida, pavor de muerte bajo los cielos llovidos de esperanza.
Un día de estos te doy un susto y te pido, seria y formalmente, que te cases conmigo. Ay, mi vida, un día el susto te lo doy yo a ti, y si me preguntas, te respondo que sí.
Una mirada de susto o de sorpresa de una de ustedes cuando yo hablaba duramente, me corregía como ningún reto podría hacerlo; el amor, el respeto y la confianza de mis niñas era la recompensa más dulce que pudieran recibir mis esfuerzos para ser la mujer que ellas debían imitar.
El asombro es la base de la adoración.
La ciencia hace a la gente tratar de luchar desinteresadamente para llegar a la verdad y la objetividad, enseña a la gente a aceptar la realidad, con asombro y admiración, por no mencionar el asombro y alegría que el orden natural de las cosas produce en el verdadero científico
El pavor que me causaba su solo contacto y me helaba la sangre en los primeros días, se esfumó. Empezaba ya a sentir vagos deseos...Un débil despertar se iniciaba, y sentía un hormigueo que subía por mis venas y recorría todo mi cuerpo, estremeciéndome y haciéndome enrojecer cuando ella me acariciaba, acunándome entre sus brazos, o cuando me declaraba, apasionadamente, su amor.
Estrechez de espíritu: en realidad no admito nada del otro, no comprendo nada. Todo lo que, del otro, no me concierne, me parece extraño, hostil; experimento entonces respecto de él una mezcla de pavor y de severidad: temo y repruebo al ser amado, desde el momento en que ya no pega con su imagen. Soy solamente liberal: un dogmático doliente, en cierta manera.
Una mirada de susto o de sorpresa de una de ustedes cuando yo hablaba duramente, me corregía como ningún reto podría hacerlo; el amor, el respeto y la confianza de mis niñas era la recompensa más dulce que pudieran recibir mis esfuerzos para ser la mujer que ellas debían imitar.
Un día de estos te doy un susto y te pido, seria y formalmente, que te cases conmigo. Ay, mi vida, un día el susto te lo doy yo a ti, y si me preguntas, te respondo que sí.
Y en estas cuatro cosas -creencia en los espíritus, ignorancia de las causas segundas, devoción a lo que suscita el temor de los hombres y el tomar como presagio lo que es casual- consiste la semilla natural de la religión.
El que se quita veinte años de vida, se quita otros tantos de temor a la muerte.
Si nuestro teatro tuviese el temblor de las fiestas de toros, sería magnífico. Si hubiese sabido transportar esa violencia estética, sería un teatro heroico como La Iliada... Una corrida de toros es algo muy hermoso
El amor es demiurgo, y el arte es amor puro que vibra intensamente al crear la belleza; temblor hecho de ansias, de alegría y tristeza...
Alrededor todo cambiará. Se construirá otra vez la capital. Pero el pavor de los niños que fueron despertados jamás se ha de perdonar.
Estrechez de espíritu: en realidad no admito nada del otro, no comprendo nada. Todo lo que, del otro, no me concierne, me parece extraño, hostil; experimento entonces respecto de él una mezcla de pavor y de severidad: temo y repruebo al ser amado, desde el momento en que ya no pega con su imagen. Soy solamente liberal: un dogmático doliente, en cierta manera.
La muerte como final de tiempo que se vive sólo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado a vivir.
Aprendí a estar siempre agradecido a la gente; hoy lo estoy a quienes pierden conmigo su tiempo y su dinero...Se lo debo todo; a mí me produce pavor la sensación de defraudar a quienes confían en mi obra.
Un día de estos te doy un susto y te pido, seria y formalmente, que te cases conmigo. Ay, mi vida, un día el susto te lo doy yo a ti, y si me preguntas, te respondo que sí.
Una mirada de susto o de sorpresa de una de ustedes cuando yo hablaba duramente, me corregía como ningún reto podría hacerlo; el amor, el respeto y la confianza de mis niñas era la recompensa más dulce que pudieran recibir mis esfuerzos para ser la mujer que ellas debían imitar.
Todas las oposiciones de mente y cuerpo, de materia y alma, de espíritu y carne, tienen su origen fundamentalmente en el temor de lo que la vida nos puede deparar.
El cristiano puede tomar la Biblia completa en su mano y decir sin temor ni vacilación que está sosteniendo la verdadera Palabra de Dios, transmitida sin equivocaciones fundamentales de generación en generación a lo largo de los siglos