Por decir lo que pienso, sin pensar lo que digo mas de un beso me dieron y mas de un bofetón
¡Estábamos bien! Unidos: mi madre, mis hermanos, mi padre... me pegaba pero... él mandaba. Era un hombre fuerte, alto, sólido, guerrero. Pero debo decir que años después cuando estaba en Nueva York, habría preferido un bofetón de mi padre a esa soledad
Un aire de caricias ondula la marea castaña de tu pelo con luz que balbucea.
Desde el punto de vista intelectual, el nacionalismo no tiene ni media torta es un pensamiento desvertebrado, lleno de costuras y con supuestos absolutamente cochambrosos
La gente que ve un dibujo en The New Yorker piensa automáticamente que es chistoso porque es una caricatura. Si lo ve en un museo, piensa que es artístico; y si lo encuentra en una galleta de la suerte, piensa que es una predicción.
La besó en la mejilla lo más cerca posible de la boca, deseando con pasión permanecer a su lado eternamente para preservarla de las sombras. Olía a yerbas y tenía la piel fría. Supo que amarla era su destino inexorable.
La mano de mi madre me acaricia la mejilla y yo no la aparto, como hubiese hecho de estar despierta, porque no quiero que sepa lo mucho que necesito ese contacto suyo, lo mucho que la echo de menos, aunque siga sin confiar en ella.
Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.