Lo que otorga a las acciones humanas un sabor de justicia es esa nobleza o galantería de ánimo, que se da muy raras veces, que hace que un hombre desprecie las ventajas que podría obtener en su vida como resultado del fraude o del quebrantamiento de una promesa.
La galantería es una intriga amorosa en la que queremos que el adversario nos aventaje.
A veces, ni en la soledad logramos hablarnos con honestidad
La honestidad es incompatible con amasar una fortuna.
He visto a personas obrar mal con mucha moral y compruebo todos los días que la honradez no necesita reglas
Me encantaría que alguien pudiera escribir sobre esta etapa del Gobierno socialista con la honradez literaria y humana con que escribió Semprún aquella Autobiografía de Federico Sánchez. Creo que sería un gran servicio que se haría a la sociedad española.
No soy un político de profesión. Nadie debe serlo, ya que nadie debe hacer prebenda y granjería del noble ejercicio del mandato parlamentario; pero sí soy -y con orgullo lo reconozco- político vocacional. Amo la política porque ella constituye un nobilísimo apostolado que le permite, a quien lo ejerce con decoro y patriotismo, servir a su pueblo y a su patria
Los pesimistas dirán que soy muy pequeño para la obra que tengo emprendida; pero mi insignificancia está sobrepujada por la altivez de mi corazón de patriota, y así juro ante la Patria y ante la historia que mi espada defenderá, el decoro nacional y que será redención para los oprimidos
Yo, lo confieso, soy de los que piensan que la capacidad de elección y el impulso deben venir de abajo, no de arriba, y de los ciudadanos, no del legislador. La doctrina contraria me parece que conduce al aniquilamiento de la libertad y de la dignidad humana.
Pero la esencia de la dignidad es pretender desear lo que no se puede impedir.
Reinaba entonces en el ejército español un pundonor llevado hasta la más excesiva delicadeza y mi padre exageraba aún este exceso, cosa de que no puedo culparlo, pues el honor es, ciertamente, el alma y la vida de un militar.
Tenemos la costumbre de burlarnos de los intelectuales por su duplicidad hamletiana, por sus dudas e indecisiones. Yo, en mi juventud, despreciaba en mí todos estos rasgos. Ahora pienso diferente: la humanidad está en deuda con los indecisos y los dubitativos por sus grandes descubrimientos, por sus grandes libros
Es una lástima que la mayor parte de la humanidad tenga una visión mental tan limitada a la hora de sopesar con calma y con inteligencia aquellos fenómenos aislados, vistos y sentidos sólo por unas pocas personas psíquicamente sensibles, que acontecen más allá de la experiencia común.
Lo malo es que la generosidad también puede ser un buen negocio.
Los pobres no saben que su función en la vida es ejercitar nuestra generosidad
Lo que otorga a las acciones humanas un sabor de justicia es esa nobleza o galantería de ánimo, que se da muy raras veces, que hace que un hombre desprecie las ventajas que podría obtener en su vida como resultado del fraude o del quebrantamiento de una promesa.
La galantería es una intriga amorosa en la que queremos que el adversario nos aventaje.
Me temo que debemos hacer honesto el mundo antes de poder decir honestamente a nuestros hijos que la honestidad es la mejor política
Capacidad experimental, honestidad en la publicación de los resultados e inteligencia para interpretarlos
Si el partido principal, sea el pueblo, el ejército o la nobleza, que os parece más útil y más conveniente para la conservación de vuestra dignidad está corrompido, debéis seguirle el humor y disculparlo. En tal caso, la honradez y la virtud son perniciosas.
Me encantaría que alguien pudiera escribir sobre esta etapa del Gobierno socialista con la honradez literaria y humana con que escribió Semprún aquella Autobiografía de Federico Sánchez. Creo que sería un gran servicio que se haría a la sociedad española.
Dejando a un lado unos cuantos escépticos, prototipos de decencia en la historia de la filosofía, los demás no tienen la más leve concepción de la integridad intelectual.
La cordura, por ejemplo, nos enseña que el único medio para conservar la civilización consiste en obrar con decencia y con inteligencia.
Lo que libera a la metáfora, al símbolo, al emblema de la manía poética, lo que manifiesta la fuerza de la subversión, es el disparate, ese atolondramiento que Fourier supo poner en sus ejemplos, desdeñando todo decoro retórico. El porvenir lógico de la metáfora sería pues el gag.
A los nicaragüenses, a los Centroamericanos, a la Raza Indohispana....ante la patria y ante la Historia, juro que mi espada defenderá el decoro nacional y dará la redención a los oprimidos
Michael Schumacher es el piloto con más sanciones y más antideportivo de la historia de la Fórmula 1. Eso no quita que haya sido el mejor a la hora de pilotar, y luchar contra él ha sido un honor y un placer. A cada uno le llega su hora. Hay que respetar su decisión
¡Soldados!: ¡Vivir con honor o morir con gloria! ¡El que sea valiente que me siga! iColumnas a la carga!
Un hombre de nobles sentimientos y probidad de actos, es aquel que exige para él lo que impone a los demás, pero nunca exige lo que él otorga.
Hay en el corazón humano ciertas semillas de probidad que el bien público las desarrolla, el amor a la patria las fertiliza, y las hace fructificar la ocasión de coyuntura de mirar por su adelantamiento y felicidad.
Lo que otorga a las acciones humanas un sabor de justicia es esa nobleza o galantería de ánimo, que se da muy raras veces, que hace que un hombre desprecie las ventajas que podría obtener en su vida como resultado del fraude o del quebrantamiento de una promesa.
Una posición eminente sin nobleza de carácter, culto sin veneración, prácticas funerarias sin sincero dolor: he aquí situaciones que no soporto.
Algunas de las hazañas más grandes de la humanidad han sido obra de personas que no eran lo bastante listas para comprender que eran imposibles.
La humanidad no representa una evolución hacia algo mejor, o más fuerte, o más alto, al modo como hoy se cree eso. El progreso es meramente una idea moderna, es decir, una idea falsa.
Mi generosidad finalmente cede a su odio.
La generosidad disfruta de las felicidades ajenas, como si fuera responsable de ellas.