¡Cuán extraña es la naturaleza del saber! Se aferra a la mente como el musgo a la roca.
Ha penetrado el árbol en mis manos, la savia por mis brazos ha ascendido el árbol en mi pecho se hizo grande, hacia abajo, salen de mí las ramas como brazos. Árbol eres, musgo eres, eres violeta que acaricia el viento... Mueren los árboles y el sueño permanece.