La política, como el bosque tropical, se alimenta de su propia basura.
El bosque es una afirmación de la naturaleza y un elemento vital que aspira la humedad de la atmósfera y tiende sus frutos a todos los seres orgánicos. Alimenta desde el hombre hasta el cocón y la efímera, galvanizando los matices ocultos y descorriendo los poderes mágicos de la naturaleza campesina. Es una concentración harmónica de los valores primos de la naturaleza.
No es un matorral ardiendo; sino un manantial para siempre. No hay sed que no apague.
Un hombre es como un árbol: En un bosque de sus iguales crecerá tan recto como su naturaleza individual y genérica lo permita; solo en campo abierto, cede a las tensiones y torsiones deformantes que lo rodean.
En el campo de la ética el individualismo es una desconexión aparente, pues, como se sabe, el primer movimiento para la acción colectiva es individual, surge de un egoísmo para convertirse en un amor, el primer ideal de la vida.
Por algún misterio de la naturaleza, los sentimientos, la imaginación, los sueños y los cuentos no tenían cabida en su cerebro; en cambio, dominaba lo lógico, lo fácilmente predecible de los unos y los ceros, los pequeños impulsos eléctricos del ordenador que se hacían visibles en la pantalla.
Quienes cultivamos la lógica sabemos que tiene por compañeras inseparables a la tristeza y al misterio
No es un matorral ardiendo; sino un manantial para siempre. No hay sed que no apague.