Teme que el barro crezca en un momento, teme que crezca y suba y cubra tierna, tierna y celosamente tu tobillo de junco, mi tormento, teme que inunde el nardo de tu pierna y crezca más y ascienda hasta tu frente
El mundo moderno no se presta a la admiración acrítica. Se supone que sus ídolos tienen pies de barro y se puede estar razonablemente seguro de que la prensa y las televisiones informan de sus dimensiones exactas