Las leyes cambian menos rápidamente que las costumbres; son peligrosas cuando quedan a la zaga de éstas, pero aún lo son más cuando pretenden precederlas
La primera captación en serio que tuve de las cosas fue cuando aprendí el arte de pedalear (con la mano) una bicicleta, colocada al revés e impulsé la rueda trasera preternaturalmente ligero. Yo amaba la desaparición de los rayos el modo como el hueco entre el eje y la llanta susurraba transparente...
Con el dinero ocurre al revés que con las personas: cuanto más libre, peor.
En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días.
Cuando el sueño la abrazó, yo robé mi mano, cubrí sus sueños, vi la miel ocultarse tras sus párpados, recé por dos piernas milagrosas, me incliné sobre los latidos de su corazón, vi trigo sobre mármol y sueño. Una gota de mi sangre lloró, temblé... El jardín duerme en mi lecho.