Como padre pienso que uno debería tener tantos hijos como quiera. (...) No resulta sencillo solucionar el problema de la población en China. Solo hay una cosa de la que estoy completamente seguro: a nadie se le debe impedir tener un hijo por medio de la violencia.
Hay que llegar a saber que los hijos, vivos o muertos, felices o desdichados, activos o pasivos, tienen lo que el padre no tiene. Son más que el padre y más que ellos mismos. Nuestros hijos son los fantasmas de nuestra descendencia. El hijo es el padre del hombre.
Nuestra adhesión a un jefe natural no es una pérdida de libertad, es el reconocimiento de que nuestras ideas tiene un ejecutor y un intérprete.
No son las acciones las que forman la esclavitud. La esclavitud es solamente la idea falsa: Yo soy el ejecutor de la acción. Despójate de esos pensamientos y deja que tu cuerpo y tus sentidos representen su papel, sin obstaculizarlos con interferencias.