Basta con la supresión de una sola generación. Una generación de lo que sea: escarabajos, árboles, microbios, científicos, francófonos, yo qué sé. Si se rompe el vínculo en el tiempo entre una generación y la siguiente, el juego concluye para siempre.
En su propaganda, los dictadores de hoy confían principalmente en la repetición, la supresión y la racionalización: la repetición de las consignas que desean que sean aceptadas como verdades, la supresión de hechos que desean que sean ignorados y el fomento y la racionalización de las pasiones que puedan ser utilizadas en interés del Partido o del Estado.