En un primer momento, la gruta me pareció profundamente oscura. Los rayos solares parecían apagarse en ella por degradaciones sucesivas. Su vaga transparencia no era ya más que luz ahogada. El capitán Nemo entró en ella y nosotros le seguimos. Mis ojos se acostumbraron pronto a esas tinieblas relativas...
Es mejor quemarse que apagarse lentamente.
Como poeta, tiendo hacia la melodía, en el sentido de que el esfuerzo debe reposar en la estabilidad, en un orden satisfactorio de sonidos