Detrás de todo lo que deseamos, siempre aparece algo siniestro, oculto tras un tupido velo.
El poder concentrado ha sido siempre el enemigo de la libertad.
Desde las paredes miran los iconos sin rostro, sin manos ni piernas. Ahoga el concentrado olor del aceite secante, de los huevos podridos, de la arcilla agria que cubre las rendijas del suelo.