Nos dirigimos hacia un modo de vida ruso-americano, antropomórfico pero animal, quiero decir sin negatividad.
Si necesitan un techo pintado, una carrera de carruajes, una ciudad sitiada, un simio depilado o el Mar Rojo separad, piensan en mi.
Recuerdo perfectamente el instante en que me quedé dormido. Como si un simio gigante gris entrara de repente en la habitación con un martillo en las manos y me golpeara con todas sus fuerzas en la parte posterior de la cabeza.