Al decir que la patria es una sinfonía o sistema de hazañas y valores culturales queda rechazada la pretensión que desearía fundar las naciones exclusivamente en la voluntad de los habitantes de una región cualquiera, ya constituidos en Estado independiente o deseoso de hacerlo.
Nada hay que mate tanto las ambiciones de una persona como las críticas de sus superiores. Yo jamás critico a nadie. Creo que se debe dar a una persona un incentivo para que trabaje. Por eso siempre estoy deseoso de ensalzar, pero soy remiso para encontrar defectos. Si algo me gusta, soy caluroso en mi aprobación y generoso en mis elogios.
El humanista relacionará unos estudios con otros, pues todos ellos tienen entre sí alguna coherencia y parentesco. Será afanoso de saber y jamás le pasará por la mente haber llegado a la cumbre y al cabo de la erudición.
En tus bucles morenos entrelazo quedamente los preciosos diamantes de mis versos más puros, y en la oscura fuente de tus ojos luminosos ávido arrojo mi enamorado corazón.
Y para acá o allá y desde aquí otra vez y vuelta a ir de vuelta y sin aliento y del principio o término del precipicio íntimo hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste o aquello o de lo opuesto y rueda que te roe hasta el encuentro y aquí tampoco está y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado por vivir entre huesos o del perpetuo estéril desencuentro a lo demás de más.
¡Una estrella anhelante que se inflama, un resplandor que deja de luz ciego al que intenta mirar!
La poesía es una visionaria y arriesgada tentativa de acceder a un espacio que ha desvelado y angustiado siempre al hombre: el espacio de lo imposible, que a veces parece también el espacio de lo indecible.
El espíritu angustiado por el futuro es calamitoso.
Sobre la superficie de una corriente rápida es imposible distinguir los reflejos, tanto próximos como lejanos; aunque el agua no sea turbia, aunque la espuma no la cubra, la constante oscilación de la corriente, el inquieto burbujear del agua hacen que los reflejos sean deformes, imprecisos, incomprensibles.
Si guardo dolorosos sentimientos de odio, no disfrutaré de paz interior ni encontraré alegría ni felicidad, estaré inquieto y seré incapaz de dormir.
Me pongo muy nervioso cuando trabajo en el cine y estoy muy relajado ante un público en vivo. Me gusta el teatro porque es más una herramienta del actor. Puedes controlar tu desempeño. En el cine dependes del director para que cuide de ti, pero en el teatro puedes cuidarte tú mismo.
La libertad se alcanza por el pleno goce de todas las facultades y potencias humanas para cada uno por la educación, por la instrucción científica y por la prosperidad material. Esto solo puede ser dado por el trabajo colectivo, material e intelectual, muscular y nervioso de la sociedad entera.
Te miro, y lloro porque no me miras: me miras, y suspiro al hallar el desdén en tu mirada: suspiro, y lloro porque no suspiras, suspiras ¡ay! Y acongojado miro que no es por mí...
Vivimos en un momento de la historia donde el cambio es tan acelerado que empecemos a ver el presente sólo cuando ya está desapareciendo.
En un Universo tal que fuese acelerado por una constante cosmológica en vez de frenado por la atracción gravitatoria, habría habido tiempo para que la luz viajase de una parte a otra del Universo.
Buscamos la felicidad en los bienes externos, en las riquezas, y el consumismo es la forma actual del bien máximo. Pero la figura del consumidor satisfecho es ilusoria: el consumidor nunca está satisfecho, es insaciable y, por tanto, no feliz. Podemos buscar la felicidad en el triunfo, en la fama, en los honores. Pero ¿no es todo eso sino pura vanidad, en definitiva nada o casi nada?
Todo aquello que un novelista vive o siente, servirá de combustible para la hoguera insaciable que es su mundo de ficción.
No hay nadie que viva tan preocupado por el dinero como los ricos, si se exceptúa a los pobres
Nunca nos ha preocupado demasiado la profesionalidad porque siempre hemos valorado más la energía
Para un pueblo hambriento e inactivo, la única forma en la que Dios puede aparecer es en la de comida y trabajo.
Hacia tus pies resbalo, a las ocho aberturas, de tus dedos agudos, lentos, peninsulares, y de ellos el vacío de la sábana blanca caigo, buscando ciego y hambriento tu contorno de vasija quemante.
Sentía que se había producido en mi un gran cambio: mi emoción era mucho menos triste que el abatimiento en que estaba sumido hacía mucho tiempo. La tristeza de la separación se mezclaba con vagas pero dulces esperanzas, con la espera impaciente del peligro y con el sentimiento de una noble ambición. La noche se me hizo corta.
El viento tiritaba impaciente en los árboles oscuros, y en algún lugar de la lejanía, detrás del horizonte, murmuraba en voz baja, enfadado, el trueno.
Que seas libre de tomar un camino cuyo fin no siento necesidad de conocer, ni la ansiedad febril de estar segura de que vas adonde yo hubiera querido que fueras.
Casos como éstos, en los que la muchedumbre derrocha perversión y demencia, no abundan, y tal vez por eso me apasioné en el grado en que lo hice al margen de mi rechazo en tanto que hombre como novelista, como dramaturgo, trastornado de entusiasmo ante un caso de belleza tan atroz.
En la ternura de la serpiente nadie cree. Nadie no es trastornado por la sangre incolora de las flores.