De madrugada mis pensamientos puros volaban como telegramas; y en las ventanas encendidas toda la noche el retrato de la muerte hizo esfuerzos desesperados para huir.
Hasta que la frágil luminosidad de la madrugada los revelaba. Estaban separados, de pie sobre la colina. Exhaustos, frescos. Habían pasado a través de la oscuridad por el misterio de la naturaleza de los seres.
Y nada está seguro de sí mismo, ni en la semilla en germen, ni en la aurora la alondra, ni en la roca el diamante, ni en la compacta oscuridad la estrella, ¡cuando hay hombres que amasan el pan de su victoria con el polvo sangriento de otros hombres!
La fe es el pájaro que canta cuando la aurora está oscura.