Es verdad que no me quiero apuntar al ejército o manejar un torno en fábricas de repuestos. De todos modos, soy miope y psicópata. América, trataré de arrimar mi hombro de maricón.
Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde.
Dos cuerpos pueden juntarse para producir otro, pero el pensamiento sólo puede dar vida al pensamiento.
El sabio es el único que escapa a las leyes del género humano, todos los siglos le sirven como a un dios: ¿se trata del pasado? Su recuerdo lo abraza. ¿del presente? Lo utiliza. ¿del futuro? Lo prevé. Así se prolonga su vida, al juntarse en uno solo todos los tiempos.
En cualquier caso, sigue siendo cierto que de lo que se trata en la vida no es de entender bien al prójimo. Vivir consiste en malentenderlo, malentenderlo una vez y otra y muchas más, y entonces, tras una cuidadosa reflexión, malentenderlo de nuevo. Así sabemos que estamos vivos, porque nos equivocamos.
Nadie comprende a nadie. Carecemos de tiempo para observar a los demás y entender sus actos; no tenemos tiempo más que para hablar mal de ellos.
Pedí que me envolvieran para regalo el papel para envolver regalos, pero con otro papel para que mi hermano no supiera cuándo dejar de desenvolver.
El espíritu que se ha dejado envolver en una intriga, nunca se siente tan vivamente tocado, como al conocer de pronto la verdad de un secreto que lo cambia todo, y a todo confiere una faz imprevista.