La gente puede ir en este viaje emocional que les espera si se rinden a las canciones.
El rock puede ser violento y sexual; los demonios pueden aparecer y ser exorcizados, pero la ternura y la espiritualidad, las cuestiones reales de la gente, no estaban cubiertas. Y ese viaje espiritual, la fe, es lo importante de U2.
El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia.
Tan pronto crucé la línea me dije: esto no puede acabar bien. No me había ocurrido antes. Hay miedo. Es una masacre. Ya no vas a bodas, sino a funerales y estás en primera línea. Miras las necrológicas y mueren tus amigos. Terrorífico. Y la ilusión de que siempre ibas a ser más valiente, ya no la tienes.
Buscamos llenar el vacío de nuestra individualidad y por un breve momento disfrutamos de la ilusión de estar completos. Pero es sólo una ilusión: el amor une y después divide.