El sufrimiento ayuda a ponerse en movimiento, la necesidad es la motivación por excelencia. La comodidad, en cambio, puede ser un arma peligrosa, de doble filo. El exceso de comodidad nos achancha, nos pone lentos y perezosos.
No desfallezcas en esta grande obra que inicias llena de fe y de entusiasmo, y si alguna vez necesitáis la ayuda de un hombre joven de largas barbas, pronunciad mi nombre, y correré presuroso a ocupar mi puesto con el ardor, la fe y la esperanza de los primeros años.