No soy ruiseñor, sino urraca de grito agrio que se oculta en el fondo de los bosques para no ser oída sino por ella misma.
Eras de vientos y de otoños, eras de agrio sabor a frutas, eras de playas y de nieblas, de mar reposando en la bruma, de campos y albas ciudades, con un gran corazón de música.