Es un vuelo limpio, entre túneles de luz, que se estremecen con la noche, y alguien oye la nada, y sus oídos inventan, y solo enfrentan, la sentencia: la de su corazón.
No mires, amor, mis alas, ni mi balsámica piel, mira entre mis cicatrices, pues allí inicié el vuelo que ahora te deslumbra.