Del Capricornio no digo nada porque me parece dignísimo merecedor del cielo por habernos hecho un beneficio tan grande al enseñarnos la receta con que pudimos vencer a Pitón, porque era preciso que los dioses se transformaran en bestias si querían salir victoriosos de aquella guerra y nos impartió doctrina haciéndonos saber que no se puede mantener superior quien no sabe hacerse bestia.
El individuo que se arrepiente verdaderamente no sólo ve el pecado como detestable y ruin, merecedor de aborrecimiento, sino que realmente lo aborrece, lo odia en su corazón
Porque el amor es así, urgente y demandante y arrasa con todas nuestras virtudes.
El demandante es un mentiroso que se presenta como la máxima sinceridad.