Un día, de repente, una voz desde adentro: ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Es esto para lo que estoy acá, para ser un delincuente? Entonces dejé todo lo que estaba haciendo mal: paré con el alcohol, las drogas y cualquier otro tipo de exceso. Desde entonces la única clave fue autodisciplina del ego.
Dejar de fumar es fácil. Yo ya lo dejé como 100 veces
No es que pueda vivir, es que quiero. Es que yo quiero. La vieja carne al fin, por vieja que sea. Porque si la memoria existiera fuera de la carne no sería memoria porque no sabría de qué se acuerda y así cuando ella dejó de ser, la mitad de la memoria dejó de ser y si yo dejara de ser todo el recuerdo dejaría de ser. Sí, pensó. Entre la pena y la nada elijo la pena.
Se dejó arrastrar por los impulsos que retuercen al hombre que se siente por primera vez a las puertas de la cárcel, impulsos ciegos que conducen a un desdichado a jugarse la vida en un naipe o en una mujer. Quizá buscando en el naipe y en la hembra una consolación brutal y triste, quizá buscando en todo lo más vil y hundido cierta certidumbre de pureza que lo salvará definitivamente.
Es así como no hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres. No es posible la pronunciación del mundo, que es un acto de creación y recreación, si no existe amor que lo infunda.
No hay, por otro lado, diálogo si no hay humildad. La pronunciación del mundo, con el cual los hombres lo recrean permanentemente, no puede ser un acto arrogante. El diálogo, como encuentro de los hombres para la tarea común de saber y actuar, se rompe si sus polos (o uno de ellos) pierde la humildad.
Cuando estuve encarcelado, comprendí otra cosa: que se puede tener a un solo hombre por todo auditorio y, a través de él, hablar a toda la humanidad. Sin gritar: en voz baja, con una entonación muy de charla, muy íntima.
Sonaba tan real, tan cercano. Sólo cuando desaprobaba mi conducta, como ahora, emergía el verdadero recuerdo de su voz, la textura aterciopelada y la entonación musical que la convertían en el más perfecto de los sonidos.
El éxito a veces produce acentuación del proyecto, y a veces produce exceso de valoración de uno mismo, y deseos de aspirar legítimamente a perspectivas mejores.
El escritor no desempeña ninguna tares de importancia social. La literatura jamás deber ser comprometida. Simplemente debe ser buena literatura. La mía sólo está comprometida conmigo mismo. Que no me gusta que exista la pobreza es un problema aparte.
La única actitud digna de un hombre superior es el persistir tenaz en una actividad que se reconoce inútil, el hábito de una disciplina que se sabe estéril, y el uso fijo de normas de pensamiento filosófico y metafísico cuya importancia se siente como nula.
Las bajas formas de la democracia hacen énfasis en los derechos; las altas formas en los deberes
El camino de la libertad consiste en desviar el énfasis de la persona superficial y variable, al testigo interior y siempre presente
No existe belleza sin ayuda, ni perfección que no dé en bárbara sin el realce del artificio.
Escuchad pues, diligentemente, oh... carísimos, con un ánimo humilde, abatido y desconfiado de sí mismo, al Dios todopoderoso, que os crió, redimió y santificó y os promete de glorificaros en su reino consigo; el cual os habla y enseña en esta santa palabra su voluntad.
Cada vez que se habla de Raúl aparece la palabra siempre. Debería llamarse Raúl Blanco Siempre. Su influencia en la institución entera es muy poderosa en estos momentos. Estamos hablando de la mitad de su carrera deportiva. Impresionante.