La habitual indiferencia de que alardeaban los detectives de homicidios quedaba superada por la emoción del momento. Me sorprendió su apasionamiento. No comprendía exactamente si aquella atrocidad por sí sola había conmovido sus sentimientos o si la naturaleza religiosa del ofensivo objeto contribuía a su reacción.
Los vehículos estarán completamente prohibidos en los campos verdes, donde reinará la tranquilidad y la maldición del ruido no penetrará.
¡No me lo puedo creer! ¡Es la maldición de Hamilton! (En la última vuelta del GP de Brasil de 2008, cuando Lewis Hamilton estaba perdiendo el mundial 2008 en favor de Felipe Massa).
La pasión ante la malevolencia y la estupidez se apaga.
Yo no estoy para bajarle línea a los chicos, nosotros hacemos canciones y la banda es de ellos, Yo estoy más para escucharlos. Quizá esto que esta pasando es un acto de rebeldía que todos tendríamos que escuchar. Yo no creo en la malevolencia de esos corazones de 12 años, de 13, de 14 años. No creo que esos chicos sean malos...