Empezar desde cero, encendiendo el fuego que me pone a temblar. Comenzando de nuevo, convenciendo al tiempo que me deje suspirar. Uno a uno tus besos van brincando el cerco, y te quiero más y más.
Le dijimos que trataríamos de retener sus palabras. Nos dijo: Quiero que todos me miréis al tiempo que se erguía ante nosotros. Añadió que si no teníamos de qué avergonzarnos, podríamos mirar a la gente a la cara. Por último, exclamó: Hijos míos, os devolveré a vuestros hogares